¿QUIÉNES SOMOS?

La Acción Católica General es una asociación laical que nace y vive de la Iglesia, sin un carisma concreto, sino como herramienta para la formación y misión del laicado habitual de la parroquia. Su fin es el mismo fin de la Iglesia: estar al servicio de la misión apostólica, formando discípulos misioneros dentro de las parroquias, que sean capaces de anunciar el Evangelio en sus ambientes. Su espacio natural es la parroquia y da consistencia a la relación diocesana, en estrecha vinculación con el Obispo y asumiendo los Planes Diocesanos como hoja de ruta.

El centro de la vida parroquial es la Eucaristía, donde como comunidad nos encontramos con Cristo. Sin embargo, para evitar convertirnos en “evangelizadores vacíos” necesitamos generar espacios de comunión, en torno ella, en los que las personas puedan formarse, orar, celebrar, compartir la vida e iluminarla con la luz de la Palabra de Dios. Estos espacios se traducen en equipos de vida donde, cualquier laico de parroquia, sin importar su función o su edad, puede ir creciendo en su fe cristiana para después poder transmitirla en sus entornos, y así responder a la tarea misionera que tenemos como bautizados.

Y es, en estos equipos de vida, donde surge la llamada a comprometerse e implicarse dentro de los diferentes ámbitos de trabajo de la parroquia (catequesis, liturgia, acogida, coro…) que la sustentan. De esa misma forma, también surgirá el compromiso hacia fuera, es decir, en otros ámbitos fuera de la parroquia (familia, cultura, entorno social, caridad, política…) donde desarrollar la dimensión misionera.
Se pone el centro en el corazón de la persona, no en la actividad de la parroquia. Es decir, ofrece una vivencia de la fe a la persona, independientemente de la función pastoral que desarrolle.

A través de estos equipos de vida, la ACG ofrece una formación sistemática en todas las etapas de la vida (infancia, juventud y adultos), mediante un proceso estructurado que comienza con la iniciación cristiana y dura toda la vida del creyente.

Esto permite ofrecer esta propuesta formativa a las familias, de manera que padres y madres puedan vivir lo mismo que sus hijos. Además permite que el acompañante o catequista también pueda estar cultivando su fe dentro de un grupo de jóvenes o adultos. Es lo que llamamos el “acompañante acompañado”.

El itinerario de formación, como nos marca el Directorio de la Catequesis, se basa en la Palabra de Dios como pilar fundamental, en los Catecismos como hilo conductor de los contenidos y en el Magisterio de la Iglesia.

Una forma de hacer catequesis fresca y dinámica, en la que se apuesta por una pedagogía activa, basada en la revisión de vida, que favorezca la integración de la fe y la vida de la persona. Se parte del compartir la propia vida y sus experiencias vitales, las cosas que le pasan y cómo ve el mundo (VER). Esta vida se ilumina a través de la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia para suscitar la pregunta “Señor, ¿qué quieres de mí?” (JUZGAR). Y esa escucha a Dios, sabiendo lo que nos pide el Señor, nos lleva a comprometernos en acciones concretas para ir transformando nuestra vida, desde una conversión personal y misionera (ACTUAR). De esta forma, pasamos de considerar a la persona como mera receptora de una doctrina, para convertirla en protagonista de su propio proceso de crecimiento en la fe.

Además, para conseguir una formación integral debemos cuidar la fe en todas sus dimensiones y necesitamos dedicar un tiempo específico a cada una de las tareas de la catequesis. Eso se consigue alternando sesiones de formación con temas del catecismo (conocer), sesiones en las que se realicen oraciones o celebraciones (orar-celebrar), sesiones dedicadas a temas de actualidad relacionados con la vida (vivir) y la introducción en la vida comunitaria.

¿Necesitas ayuda?

Si tienes dudas sobre que publicaciones o productos comprar, puedes ponerte en contacto con nosotros de 9:00h a 14:00h de Lunes a Viernes
Por Teléfono 91 531 13 23 o mediante el apartado de contactar

Carrito de compra